1 de agosto, de 2016

La frecuencia de las relaciones sexuales es un tema de vital importancia para muchas parejas, hasta el punto de intentar equiparar su intimidad con lo que consideran que es “normal”.

Es usual que las parejas –o miembros de éstas por separado- a menudo se pregunten cosas como “¿será normal nuestra frecuencia sexual?” o afirmen con nostalgia que “al principio era diferente”. Ante estas cuestiones también surgen dudas sobre qué es lo considerado “normal” y por qué una pareja debería guiarse por lo que hacen o dicen los demás, concentrándose más en eso que en sus propios deseos.

Muchas veces, al consultar a hombres y mujeres por separado sobre cuál es la frecuencia sexual de la pareja, queda en evidencia que las distintas partes pueden ver la situación de dos formas distintas: lo que para uno puede ser mucho, para el otro es poco. Esta situación se repite en más dormitorios de los que uno cree, y noche tras noche se vuelve parte de los reclamos entre parejas.

Lo cierto es que no existe cantidad específica ni adecuada y mucho menos recomendable de relaciones sexuales que una pareja debería sostener para que ésta funcione adecuadamente. Muchas parejas mantienen relaciones sexuales regulares y su situación como pareja per se es pésima, al mismo tiempo que muchas otras parejas viven una relación de película con una frecuencia sexual moderada. Por lo tanto, es necesario poner bajo la lupa cada caso particular a la hora de juzgar en cuestiones de funcionalidad sexual.

El punto esencial a destacar entonces es que la frecuencia sexual “normal” existe sólo entre los miembros de la pareja, ya que si ambos están de acuerdo con la periodicidad que manejan –ya sea cosa de todos los días o de una vez al mes-, no resulta necesario entrar en debates.

Los conflictos de frecuencia surgen entonces cuando una de las partes desea tener más o menos relaciones que la otra. Es en estos casos cuando se recomienda trabajar en una comunicación sexual abierta y honesta para lograr llegar al fondo de los motivos por los cuales puede haberse perdido o reducido el deseo, y así encontrar alternativas para salir juntos de esa situación. Ser sexualmente abiertos y compartir con el otro lo que nos pasa logra unir a la pareja, mientras que el evitar esos temas genera el efecto contrario.

Estadísticamente comprobado, un número significativo de parejas, al pasar los años suelen disminuir la frecuencia sexual aumentando la sensación de placer en cada encuentro. Es por eso que sostenemos que la relación ideal de frecuencia-placer no puede representarse en una fórmula o ser expresada en una máxima concluyente, no pueden centralizarse los problemas de la pareja en la cantidad de veces que mantienen relaciones sexuales por semana, sino que hay que centrarse en lo que significan esos encuentros para ambos en términos de satisfacción.

Desde Con Placer siempre sostenemos que la principal cura para cualquier mal de pareja es la conversación, así se despejan todas las dudas y se generan vínculos más fuertes.

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